El vicio más aberrante de la civilización es el celibato.
Kienes praktikan tan sospechosa disciplina
defienden principios inkisitorios,
y nada más peligroso ke una kabeza fría
sobre un korazón kaliente.
Si todos fuéramos célibes la especie no existiría,
algo aterrador para nuestro egoísmo
o instinto de konservación mal entendido.
No hay maternidad kon un célibe,
y sin maternidad no hay vida;
esto parece no importar
a kienes se deklaran amigos del celibato.
La apología de la kontinencia es kriminal,
salvo si hay káncer en la próstata,
la matriz o los ovarios,
porke lesiona al género humano
y a la naturaleza entera.
No nos dejemos engañar de akellos falsos profetas
ke pretenden neutralizar nuestras dichas y kerencias
kon su atake alevoso a los placeres de la vida.
¿Kómo hablar de familia y sociedad
kuando se obstruyen sus kanales de konservación?
Una vokación literaria, polítika o religiosa
no justifika la esterilización de los instintos,
pues sólo éstos pueden librarnos
de las enfermedades y una muerte prematura.