Heme aquí,
creido fuerte y fértil,
como estúpido
me ahogo en el desasosiego
e imploro ya conténganme,
mas no hay oyente alguno
que tan solo dedique un palpitar
a entender siquiera estas palabras.
Ni un oyente.
Me sorprendo queriendo encontrar
oídos agudizados y diestros,
cuando ni siquiera mi grito logra expandirse
a traves de este abismo de nada
llamado soledad.
Tan sólo me envuelvo en pijamas
y converso con ese ruido quejoso y amigo
que es el sonido de mi estómago
pidiendo otro mordisco a esa milanesa.
Trato de soñar,
pero río irónico e inerte,
los sueños ya grandes me quedan.
Se cuela en mi esa melodía
a la que atiendo y sin más razón
tarareo quejumbroso,
mientras la gata negra
se abre paso entre frazadas
y besa mi cachete, el cual
ya no conoce el encanto femenino.
Comienzo a enumerar una por una
las razones de mi estado de espera
y esos amaneceres dan el sí, prometedores.
Me creen idiota, sé que faltan milenios
para que su candente luz llegue
a este hemisferio.
Por ahora esta oscuridad absoluta mata,
este desértico frío entumece y paraliza,
no deja dormir.
La noche eterna respira tranquila,
se acomoda en su sillón
y ya no conoce sol alguno.
Observo y recuerdo al yo lejano,
satisfecho de amor,
que reía al recordarme oscuro y corrupto.
Pues, heme aquí,
devuelta solo,
rodeado de seres apaciguantes, horrendos,
putrefacciones deformes, galopantes,
diarreas foráneas en mentes ya no capaces.
La promesa del "yo: fuerte" se estremece.
El charco de agua puerca amenaza a estos pies,
esta arena movediza es difícil,
y pareciera vitorear a cuatro vientos:
ABARCO KILÓMETROS!!!