En Soledad, te admiro,
te leo, en tu ausencia.
Eras poetisa, distante,
y sin embargo, presente.
Con tus letras en la arena,
eras una sirena.
Sin estar, estás siempre,
como lejana estrella,
vertiendo luz y esencia
para alumbrar mi huella.
En Soledad, te leo,
y como el aire, presente,
sin tu palpable presencia
acaricio tus bellas letras.