Tú, embellecedor de lo absurdo,
majestuoso descriptor de este mundo,
escucha mi verso
en que te describo mis sentimientos.
Cuando escucho tu meliflua voz,
recitando alguno de tus versos,
entro en limerencia,
se me acelera el corazón,
me provoca inundarte a besos.
Ver, a la luz de la Luna,
la delicadez conque mueves tu pluma
me excita, me encanta, me embruja,
me lleva a un clímax
confundido con locura.
Agradezco a la vida
tan maravillosa serendipia,
tan magno placer,
de haberte podido conocer.