Ben-.

Sueño petrificado-.

Hay manchas en la noche. Como las de una triste tapia hibernada al fondo de los escenarios parpadeantes. Hay también sombras. Y barros dilapidados y cascotes, escombros ruinosos. Especialmente, las víboras rinden su culto a los latidos de un corazón idolatrado. Balas de rifle, cómo pescas amigo, son frases que rompen la sonoridad de la noche, turbamulta de personas que llegan desde el centro hasta el final de las calles. El corazón, asombrado, muda su piel hasta concretar el vacío de las horas. Hay manchas que saben a sables. A hermosos pero destartalados anillos. Son anillos que se tiran al mar y luego se recogen. Me gusta lanzar un sueño y que aumenten las noticias en los periódicos de la mañana. Un escritor es un sueño en paro, vigilante. Y las acacias apenas desbordan el agua de las mañanas. Para luego lisiarse o tullirse, los hombres necesitan sillas, porque, el resplandor de un solo hombre puesto en pie, cauteriza todas las heridas, abre todas las alas-.

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