En el azul del mar, barco varado:
de blanca vela desplegada en vuelo,
de un mástil que elevado roza el cielo,
y en tu proa, un abrupto acantilado.
Cuando me adentro en ti quedo admirado
gozando la belleza que desvelo:
verde cañaveral que viste el suelo
y en la mar tu perfil ya reflejado.
Te pintas en la tarde, nacarada,
y en la noche de estrellas y de luna
yo te canto de amor una balada.
Y no tengo, de ti, mayor fortuna
que tenerte en mis ojos atrapada
y mecerme en tu alma que me acuna.