La presión alterada,
los pensamientos ofuscados...
todo un disparate
traerte a la memoria.
¿Por qué te recuerdo?
Nada hay contigo.
¡Vete fantasma!
Vete y déjame vivir.
Pero la fiebre me consume
y deliro el delirio de tu recuerdo.
Creo desfallecer
al deseo prohibido del pasado.
No eres sino una sombra
enterrada en la noche.
¿Cómo lograste escapar?
Volverás al encierro.
Mi cuerpo... débil, estremecido...
mis palabras parecen vanas...
«¡Fuera!» y no haces caso.
Siento la fiebre de querer tenerte
de nuevo.
Estoy maldito.