-La carta-
No hay buzón a donde hacerte llegar las 6680 líneas que componen esta carta que escribí para ti. No hay sitio a donde llorar desconsolada por que no puedo ir a donde vas y porque decidí no seguirte la huella.
Y me quedo callada viendo vagar en mi cabeza la lista de imperdonables sin poder comprender muy bien porque nunca quise ver cuanto daño me hacía y yo seguía abrazando un pedazo de madera.
Los silencios ya no atraviesan las paredes, son un triste rodamundos cruzando la habitación, atropellando suavemente los escombros que residen en el desastre.
Ya no busco, ya no encuentro, ya no salgo corriendo por ahí pensando en tropezar contigo, Ya no veo por la ventana del urbano, ya no intento olvidarte, porque ya no hay nada que quiera recordar.
Solamente tengo estas 6680 líneas donde te repito que tu eras todo lo que tenía y lo que necesitaba, que tu eras mi refugio y mi hogar, y que entiendo que no podías ser lo único porque necesito más que éso y yo me aferre a quedarme para ser feliz con lo poco que recibí.
No existe buzón a donde entregar ésta carta que nunca pude darte en persona porque sabía que la puerta no se abriría para mi jamás. Se que soy una noticia en las noticias de un coleccionista de periódicos, y por eso escribí en secreto otras mil cartas más.
Entiendo lo que dice el silencio, comprendo las fallas y las excusas, ahora puedo ver la causa de mis lágrimas derramadas innecesariamente; Y solo bastaba una gota de verdad.
Me dijiste adiós de mil formas, y hasta hoy puedo quedarme aquí en el lugar donde me conociste como antes esperaba, viendo que te alejas sin más, y como antes el anhelo ahora el adiós cae con las horas la noche sobre mi cuerpo.
La vida pasará y distorsionare la verdad con mentiras alegres y cálidas, o habré muerto con el recuerdo que olvidan mis huesos.
Pero ahora mismo soy un personaje lloroso sobre la tumba de un muerto que nunca conoció, pero que no encuentra a quien llorarle la pena que se le olvida como quien vive luchando por hacerle justicia a los mártires.