Su voz, traje, guantes, sombrero,..., todo en él era gris,
nunca pudo sacudirse de ser quien era
tan definido, tan marcado, sin notoriedad,
como los marengos y chocolates,
poca profundidad,
oscuro,
apacible,
un elefante en la pradera,
ratonil,
rutinario,
aspavientos nulos,
desarmado,
escaso de valentía,
poco ocurrente,
a veces distraído.
Su epitafio: Algún día brillará el sol para ti.