Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Apoc. 3:3
¡Oh, mi santo Dios,
y que en silencios,
amas mi desventura,
a pesar de mis delitos,
que atormentado,
eres como el camino perfecto,
y amas mi desazón,
a pesar de mi corta razón,
soy humano y no te doy más que el corazón,
y me arrepiento ante Usted,
pues, mucho he fornicado,
y mucho has perdonado,
pero, de mí no se seca una lágrima,
cuando mi vida da grima,
velo todo, pues, cuando vengas,
sé que amaras,
a mi vida más que la tuya,
cuando hago bulla,
porque sé que regresarás…!.