En esas noches de luna
cuando el campo huele a rosas,
me asomaba a la ventana
para respirar su aroma.
Sentado en la vieja hamaca
contemplaba las estrellas,
la belleza de la noche,
y el espacio que es de ellas.
Recordaba que de niño
saltaba para cogerlas,
pero ellas se alejaban
dejando un brillo de estelas.
Ahora que ya soy mayor
no salto para cogerlas,
pero quisiera tenerlas
y regalarle a mi amor
la más bonita de ellas.
J. Piñeiro