Percibo solo el olor
del roble, su oscuro dolor:
el calor de velas
me asfixia;
un terno que deja
entrar a la fría,
muy fría seriedad
de mis heridas abiertas.
Abren la caja,
la gente pasa
dicen conocerme
y con solo verme
rompen en el llanto
de aquellos recuerdos,
y deciden orar.
Al final el viento
es quien se lleva,
esas dichosas promesas.