El barlovento en la vida,
de donde sopla el viento,
Es muchas veces el exceso de orgullo,
y otras descuidos, una infravaloración fortuita.
El sotavento, la falta de viento,
siempre lo busco , la anhelo,
pero si no te ayudan las velas,
hay que remar, empujar con todas tus fuerzas.
Una buena corriente, una buena brisa,
de vez en cuando hace mucha falta,
para que tú barco no encalle, no se empedrague,
ni enfangue en inútiles y contradictorios vientos.