Yamila Valenzuela

Resurgiendo.

 

 

 

Espacio amplio, para un mundo nuevo

planes perfectos, para almas en vuelo

torrenciales lluvias de te quiero

un caudaloso río de abrazos sinceros.

 

Voces cálidas en medio del hielo

eco que traía sus tardes de encuentro

besos entregados en sus sueños

ojos iluminados por los te amo verdaderos.

 

Almas en sintonía por la soledad compartida

aromas tocando los sentidos de sus vidas

esperanza verde en sus centros asida

tonalidad perfecta, en el mundo que creían.

 

Mares de pasiones tocaban sus cuerpos

hermosas melodías llenaban sus días

mundo perfecto, llamado para dos

siempre de la mano admirando su sol.

 

Moría la soledad que los acompañaba

se sentía el amor que los abrigaba

se intensificaron los sueños con una tonada

que se desprendía de sus almas enamoradas.

 

A ella el dolor le mordió el alma  sin freno

por algo que los abrazó como gélido invierno

un triste día que llego sin destino

les quebró el amor y su vida con todo tino.

 

Alas blancas que se amputaron

miradas transparentes que se opacaron

risas intensas que silenció el tiempo

caricias guardadas que se añejaron.

 

Tardes sin luz, noches sin estrellas

luna plateada, ya no cantó más para ella

vida solitaria, la que en sus hombros lleva

muere en vida, ya no tiene ni quimeras.

 

Se opacó el sol que le iluminó su mundo

volviendo la soledad de la mano de la tristeza

fisuras grandes que se hicieron grietas

sepultaron el amor, no hubo vuelta.

 

Pero vuelve el destino con sonrisa a pleno

en vuelo de mariposas y un azul cielo

y la promesa de las cortinas al viento

llegó con el aroma de las rosas y el canelo.

 

Y la mar de azul claro y verde intenso

les dio la magia para un nuevo encuentro

y en paredes blancas con margaritas y crisantemos

se unificó el azul, uno de sus sueños.

 

Tomados de la mano emprenden un nuevo vuelo

el que les dio su sino en un justo tiempo

bendito amor que regresa cuando es correcto

duermen sobre nubes rosas de terciopelo.

 

Solo un pensamiento.

 

Nunca debemos intentar basar nuestra felicidad en la infelicidad y dolor de los demás.

La vida es un búmeran; todo aquello bueno o no bueno, siempre regresa y golpea ocasionando mucho dolor o acariciando como la más tibia brisa.

Si el ser humano tuviera un poco más de conciencia en la reciprocidad y en el respeto en general; de seguro estaríamos mejor; en convivencia, en el amor, en la paz.

 

Tratemos siempre de poner en práctica las cosas bonitas que predicamos.

 

Yamila.

 

“No solo hay que parecer, hay que ser”