Te recuerdo que tu cuerpo:
es un césped sagrado que necesita de la lluvia
y que mis manos son gotas de agua capaces de cuajar una tormenta,
un torbellino,
que te cimbre
que te sucumba
que te haga una con el universo
que te convierta en barro
seré artesano y mis caricias arte de Maestro.
Me aferraré a tu lienzo hasta depurar la neblina
en tu templo seré un altavoz metafísico
que anuncie la conquista de estrellas
y la respuesta a todas las preguntas.