Jesús Pérez Rubi

Leyenda de la Dama de la Montaña

Leyenda de la Dama de la Montaña

Al pasear por las calles del pueblo, pude encontrar una historia, que en mi andar siempre apurado me hizo detener, dos señoras de una edad promedio entre ambas de 90 años, por sus gestos y sus palabras era notorio el tiempo sin verses, cuando una Dijo:

¿Recuerdas a Josefina?

Si le recuerdo… ¿Qué paso con ella?

Paso a ser una leyenda, una historia desde hace mucho

Y como fue eso…

Te diré lo que mientan por las praderas, valles y montañas:

Una mujer de bella figura

con cabellos negros hermosos

y piel tan blanca como la espuma

se fue por el camino de la colina

rumbo a la tierras de los indios.

Con su esplendorosa sonrisa siempre

también desde siempre

yacía un corazón sollozo;

deseoso de amar como amo

pero aun triste y roto.

Esa mañana al despuntar el sol

se vio entre árboles y riachuelos

sintiendo de cerca algo que le seguía,

y súbitamente un encuentro de sus ojos

con aquello ojos que eran fuego

y a su vez transmitían paz.

Aquel hombre ante ella no era nativo

delicadamente le pregunto

¿Está perdida hermosa dama?

-no- solo busco la tranquilidad del cantar de los pájaros

y delos gritos silenciosos del juguetear de brisas y arboles,

y el abrigo del sol entre la humedad de la inmensa montaña.

Ojos fijo unos en los otros, casi sin parpadear.

Sorprendió de nuevo sus voz en aquella breve pausa que se hizo eterna

El corazón de aquella dama,

cascaras de corazas iniciaron caída

aquel encuentro acelero el tambor

que redoblaba para marcha triunfante

de un sentimiento que caminaba

suave y firme desde sus ojos.

Al llegar aquel cruce del riachuelo

techado por uno altos y frondosos árboles.

Aquel hombre atinó a decir:

Un día largo se dio entre los pensamientos y ansias de ambos por ese encuentro al amanecer del siguiente día, sin duda, ya el aroma del sentir tenia colores en su rostros.

Aquella noche se hizo corta en tiempo y larga en espera; entre el chirrido de la madera ardiendo sus brasas, el agua hirviendo, para mágicamente desprender aquel olor a café que inundaba la casona de amplios corredores, aparecía sonriente Josefina, enérgica como siempre, entre la humedad del pie de monte, la suave neblina en el horizonte partió por el ancho camino.

Jaime de temprano ordenó jornada de ordeño y las faenas de todos. Entre el bramar de vacas y el corazón lleno de sensaciones, tomó por el camino del guayabo.

Al primer cantío de los gallos…

Aquellas dos almas se abrazaron en una mirada

testigos, aquel riachuelo,

el puente de los potreritos.

Aquel hombre tan centrado, se mostraba agitado y casi en desespero

En su cabeza un pensamiento corrió:

Agradecida y tímida josefina no menos nerviosa e inquieta, agradeció las palabras

Iniciaron el ascenso por el camino del guayabo, que al lado del riachuelo se encontraba escondido entre el pequeño valle de altos árboles y pequeños acantilados, sus pasos se distinguen al caminar por su roce entre la suela de sus botas y la roja tierra con pequeñas piedras, era distintos y a su vez era acompasados el uno del otro.

Jaime:

Josefina sonríe al notar la pasión y autenticidad de sus palabras, el respeto por aquellos lugares.

Jaime continúa:

Aquella dama seguía escuchando con detenimiento mientras él hablaba

Pasaron 2 horas y al llegar a la mitad del camino se abrió al borde un mirador, que daba a un increíble valle, Jaime de nuevo:

Aquella mujer, fuerte, esbelta, estallo en una sonrisa solloza de alegría, de sorpresa.

Jaime sorprendido de aquella lagrima que con su pulgar borra de su mejilla

En una sonrisa y con el rostro de aquel hombre en sus manos, ojos fijos uno en el otro, se desbordo un beso enamorado, suave y sutil.

Un silencio de ambos, en enlace de manos y abrazo profundo que fusionó sus cuerpos

La Dama de la Montaña.

 

Aquellas ancianas se debatían entre si su amiga paso a ser una leyenda o simplemente una historia, si aquellos cuentos eran de su amiga de años; lo que sí puedo asegurar, es que es una bonita historia, un Andariego en unas montañas y una hermosa mujer que con amor tomo su dominio la Dama de la Montaña…

Andariego

Jesús Pérez Rubí

03/08/2018