Dime,
que tus ojos me llaman,
que busco tus labios,
pero no solo buscar,
sino encontrar.
Dime, amor mío,
que tu alma y la mía son uno,
y nada,
y todo.
Dime,
que la noche está por llegar,
y otro día por vivir,
pero lejos de ti,
pero cerca de tu espíritu,
acariciándole con palabras,
con oraciones,
exclamando cuando te veo:
¡hermosa mirada!...
y la mía enamorada.