Estoy en la tierra de los olvidados
Donde los nombres jamás se pronuncian,
¡Dos monedas señor! ¡Dos monedas señor!
Grita tan fuerte en el silencio
Ese es el pago al barquero
Caronte solo extiende la mano
Cumple a diario su cometido,
Comienza el periplo
Su sombrío trabajo,
En lo profundo del Tártaro
Tanatos apaga otra candileja
Otra alma se ha marchado
Me encuentro al extremo del Estigia,
Aguardando mi turno,
Mi fin inevitable,
Diluirme en el tiempo,
En los recuerdos de alguien,
Por los siglos de los siglos.