Hoy
-con seguridad-,
voy a soñarte.
Tus miedos
no podrán frenarme,
se acabarán las discusiones,
dejaré de tener hambre,
porque esta noche
pienso saciarme;
sin entrada ni postre,
como un perro,
iré por tu carne,
besando punzadas
que no son machas,
sino arte.
Y…
seré feliz,
al menos,
hasta despertarme.