Me enamoré de una diosa,
Bella aventura fugaz,
Un espejismo falaz
Eternidad primorosa;
Una experiencia grandiosa,
Sentirme siempre capaz
De pedirle más y más
Y ella, siempre generosa;
Sin embargo, de repente,
Aquella diosa partió,
Me abandonó indolente;
Y este corazón lloro;
Se quedó tan inconsciente
Que, cual flor, se marchitó…