Cierto es que un día te vi.
Sola en tu terraza,
ensimismada fumabas...
Caminos de ida y vuelta
donde tus labios presumen el descaro
cuando él te dedicó su único poema
y fuiste la diva de su célebre retrato.
Tú, amante febril del incauto viento
vendiste tu pasión sin desconsuelo
al ladrón carnal del placer, del deseo.
Y en tu sangre del mundo más mundano
ardientes besos aún laten, palpitan
en tu cuerpo cual recuerdo más secreto.
Caminos de ida y vuelta
donde tus labios presumen con descaro
el silencio de vertiginosas noches,
de inevitables días mutilados.
Y en tu sangre la ilusión del beso ajeno
impotente, se encabrita al no poder apagar
este descocado, infatigable, íntimo fuego....