Me quedo con lo que dejas en mí cuando te has ido, me quedo con tu sonrisa que se convierte en el quiebre del último sueño, cubierto de duna y racimo; me quedo con los pliegues sonoros que deja el recuerdo de tu piel en mi memoria, al evocarla en el eco inmarcesible que se va explayando entre una estrella y otra; me quedo con la caricia de tus ojos que va vaciando los movimientos del corazón para componer en la oscuridad de mis párpados, y con las estrofas delicadas del conticinio, la figura de una canción entre brisas ajadas. Y que pueda al menos palparte con otro pensamiento que se subyuga a la poesía...cuando; no pueda besar el andurrial y el loto de tu boca.