Recuerdo que fue hace solamente unos meses, que estaba contemplando el árbol de mi patio, mis ojos se posaron sobre un pájaro que se había posado en la rama de aquel árbol. Solamemte lo vi por unos segundos, pues luego vino un viento fuerte ¡y se lo llevó!
No podía creer que el viento viniera con tal fuerza que pudiera \"abrazar\" a ese pájaro, envolverlo en su brisa y hacerlo que vuele como si fuera un papel.
De pronto surgió una idea que se me pasó por mi cabeza, que así mi Dios ha hecho con nosotros. Él ha tomado todos nuestros pecados y se los ha llevado hacia el cielo. No importa lo \"pesado\" que haya sido, mi vida antes de conocerle, él ha tomado todo aquello que me afligia para que ya no sienta más daño.
Él se llevó mi pasado y me promete una vida con propósitos y una vida de esperanza.
Él se llevó todos mis pecados, y mis pecados fueron perdonados, llevándose la culpa que había en mí, haciéndome libre como el viento.
Dios hizo suyos nuestros pecados, y por eso dio su vida en la cruz. Dio su amor ante el mundo de tal manera para que nosotros sigamos sus pasos y dejemos de hacer el mal por el bien. Dios fue herido para que en su lugar tú fueras sanado.
Con el tiempo me fui dando cuenta, de el porqué me sentía así de afligido y era porque yo no me perdonaba. No aceptaba el amor y el perdón de Dios, que pedía perdón a Dios una y otra vez por el mismo pecado. Viendo al pájaro noté que no hay más fuerza tan grande que la propia voluntad de Dios para darte un empujón y hacerte volar sin miedo, haciéndote libre de toda carga pesada. Que fue grande su obra en la cruz como para limpiar mis pecados, y se volvería a llevar mis pecados por segunda vez al cielo.