Las campanas suenan, anunciando la partida,
el día se vuelve lúgubre y el oscurecer en un manto que cobija.
No volveré a escuchar las dulces melodías,
ni a las aves cantar, ni las risas ni el llanto,
no volveré a ver el sol, ni el anochecer,
no contrare las estrellas,
no volveré a sentir la brisa ni el abrazo,
hay rostros que no volveré a ver ni palpar,
lo siento por esos cientos de rostros que esperan sentir mis labios en sus mejillas,
no sabré si me convertiré en el hombre que quiero ser,
no conoceré a mis hijos, ni a mis nietos, lo llamaran falta de voluntad,
pero quien carga un peso tras peso pronto será aplastado,
no sabré si amaré o si seré amado, dejaré a mis amigos, a mi madre,
hermanos y a algunos tíos,
les doy abandono y me niego al futuro y quedarme así e el pasado,
hoy le doy muerte a lo que una vez soñé y desee, sentiré el agua fría en mi entumecido cuerpo,
y me quedaré dormido entre los recuerdos.
Lo siento, mi amor. Lo intentaré de nuevo esta noche.