Alborada del día que amanece
y despierta la gran ciudad,
corren los pies por las calles
es todo un detalle,
el semáforo parpadeando está,
el paso de cebra a borbotones
hasta parece soñar
con tiempos mejores,
¡cuánta prisa por llegar!,
mirando siempre el móvil,
despierta la gran ciudad
llena de botones,
roncan los coches al pasar mientras
contaminan el aire
y no cesan de roncar
siglo XXI, ¡qué calamidad!,
entre apretujónes se camina
y nadie se molesta en saludar,
indiferentes criaturas
solo piensan en trabajar,
aquí la humanidad se pierde
y también la caridad,
en cada esquina un mendigo
pidiendo un trozo de pan,
esqueletos indiferentes,
cemento y alquitrán
un sol duro que castiga
el ánsia de tener más,
vientos que van y vienen
templándo la oscuridad
de esos ojos que no miran
por que no quieren saber ná,
corazones de yeso y escayola
que no saben amar,
cada uno a lo suyo
no interesa lo de los demás,
orgullo, prejuicios y vanidad,
paredes blanqueadas con cal,
nos miran los rascacielos
gigantes de cristal,
pero que tienen los pies en el suelo
y se pueden derrumbar,
como caducan todas las cosas
nada queda, todo se va
y solo queda el recuerdo
y un abandonado solá,
caprichos que el hombre sueña
y que no perduran jamás,
peatones que el alba cruzan,
prendidos en rayos de luz
escaparates que brillan
cuando los miras tú,
aglomeraciones y lágrimas
en la boca del metro,
unos mendigan, otros pasan
con sus gordas barrigas
pisando un jardín de rosas
revueltas con ortigas,
el amor es poca cosa,
¡vaya vida!
La ansiedad y el estrés se desbocan
de tanto correr y tantas prisas,
la gente se vuelve loca
y se apagan las sonrisas,
donde se para el saber
en lo alto de la cornisa,
corbata y blanca camisa
rehenes del tiempo
que pasa y no avisa,
todos los días iguales
cemento, alquitrán y prisas no hay otra cosa,
marionetas y robots
con un programa incorporado,
dinero y ambición
en un mundo desesperado,
¡vaya siglo XXI,
este que nos ha tocado
lleno de calamidad!,
mientras despierta la gran ciudad...