Ben-.

Carta al hijo-.

No adivinaré tu rostro
entre la maleza suspendida.
Ni entre los girasoles inundados
por aguas polinizadas.
No sabré tu bello rostro, hijo,
ni mi conocer de la vida, será
más que generosidad oportunista.
Seré, hoja baldía, seca estancia,
reservado apartado de las acacias
necesarias. Y minaré tu rostro,
entre acnés e intemperancias,
cada vez, más desdibujado.
©