Es de madrugada, el sol aún no sale, se siente fresco con un tinte de soledad, despierto con el brazo adormecido y me percato que no estás a mi lado, que el efecto del brazo se debe a dormir incómodo y no de despertar abrazado a tu cuerpo.
Completamente despierto, hago una pausa sentado en la orilla de la cama, volteo al espacio vacío, cierro los ojos, se envuelven en un mar que recorre mi cara hasta la comisura de mis labios y me deja un sabor amargo y no de sal, lanzó un suspiro al viento.
Entran los primeros rayos de sol tocan mi piel, más no son suficientes para tocar mi alma, que permanece fría, pues le hace hace falta el calor de tus palabras y de tus caricias.
Frotó mis manos, lanzó un suspiro al viento y me levanto, esperando reencontrarte, pero no para llenar el espacio vacío de mi cama.