Arrogante muy soberbio y engreído
contemplabas con lindeza a una dama,
que con clase su belleza te mostraba,
ignorando a ese pastel tan bien servido.
Muy segura de la fuerza de su encanto,
con deseos de querer comerse el mundo,
intentaba seducir en un segundo
al colega que venía dando el canto.
En buen lío la pareja se ha metido,
pues la turbia relación que les espera,
ha de ser al final una quimera
de un amor que al final será fingido.
En cuestiones del amor nunca se juega,
seducir no debe ser un objetivo,
un amor verdadero no se niega,
el engaño en el amor es muy nocivo.
J. Piñeiro