Me prefiero así,
ausente, ensimismado
con la vista nublada
por el agua de mis ojos
austero taciturno
soñador ilusorio
envuelto en una aureola de misterio
derrotado, con ese aire absorto
lúgubre, discreto, mudo
famélico de ternura
ávido de besos y caricias
con la mirada perdida
en no sé qué punto del infinito
pálido
agridulce
lleno de miedos
y de heridas mal curadas,
con un rictus de tristeza en la boca.
Me prefiero así.
No voy a cambiar nunca.