¿Recuerdas aquella estival mañana
que me llevaste asido de la mano
por aquel precipicio inhumano
que conducía a una dulce fontana?
Subimos por una quebrada insana
con espinoso esfuerzo sobrehumano,
que elevó nuestro espíritu humano
a lo más alto de la gloria mundana.
Mientras duró aquel éxtasis divino,
que iluminó tu frente inmaculada,
de mis labios partió un beso amoroso
que rehuiste con movimiento felino.
Siempre interpones, ¡oh cruel amada!,
tu espina en nuestro camino dichoso.
Canciones de amor.