No creo que el viento de un poema te haya traído hasta mi poesía,
Tampoco que su olor a violeta despertó en ti las nostalgias y seguiste su aroma.
¿A que ha s venido?, ¿cuál es tu intención?, dime rápido que me urge una respuesta.
¿Dime si eres una bendicen del cielo o una lección que debo aprender?
Llegaste a mis noches como libro roto lamiendo tus letras heridas,
Borre cada estribillo mal redactado, corregí tu ortografía,
Le puse los signos de interrogación a la parte tuya que no conocía,
Después te puse en la parte inédita de mi buro de noche.
Y todo para que, para que después te fueras a vagar por otros labios,
Que fueran otras voces quienes te leerán, otros vinos que te disfrutaran
No me adjudico tu autoría, tampoco tu corrección, ni la almohada d tus sueños.
Pero a quien puedo preguntar si eres una bendicen o una lección por aprender.
Ahora vagas por ahí, te mire la otra noche sentada en la desilusión,
Eras como un poema sin autor, un verso sin metáforas, una canción sin título. Ofrecías tus heridas como besos nocturnos, como anzuelo al dolor, así igual Como lo hiciste aquella noche cuando mi pluma estaba solitaria en casa.
A lo lejos, pareces un lindo verso flotando en la noche, envuelto en risas, Aromatizada con vino, tabaco y lujuria, moviéndose al ritmo de una canción. Ya de cerca eres una hiedra, una jaula para gorrión, un borrón en mi cuaderno.
Eres el tercer borrador arrugado en mi cesto, el costo de esta noche.
A estas alturas de la noche ya no se ni estoy seguro que es lo que eres,
Si una bendicen o una lección, pues tus notas son tan ambiguas,
Que no encuentro lugar en mis versos para ubicarlas de nuevo
Pero es una lástima el tiempo que te invertí y la forma de corregir tus letras, que no valen un borrón ni una lectura.
LENNOX,
EL QUETZAL EN VUELO