Carlos Eduardo

La nariz del poeta

 

 

   Suele ser afilada, usualmente, captaría tantos aromas como  un sabueso, describiéndolos hábilmente con su pluma de galán, para enamorar cándid@s; juega con su trompa cual elefante fantástico, mezclando las esencias para crear nuevos perfumes; cuanto le crece al prodigar sus aventuras en islas solitarias, en paraísos desconocidos, en cuentos de princesas con piratas.

 

    Su olfato está conectado privilegiadamente con su mente soñadora, de un simple congrio hace una maravillosa oda fragante, con especies de la India, Ceylán, ...

 

   Este trovador delirante, puede confundir con su léxico espléndido a las simples mortales formando una horda de concubinas hipnotizadas, envidia de cualquier emperador de Oriente.