Desentona mi perfil en sfumato
sobre fondo de colores primarios
y mis huellas estan amortajadas
por un lienzo de esquinas dobladas.
Hundiéndose en acuarelas movedizas
se seca la quimera impresionista,
negándome el esbozo emborronado
de un acuciante paisaje estepario.
Enmarcado por un campo de rosas,
mi retrato a trazos de brocha gorda
desfigura, hasta sacar de contexto,
La rúbrica de los rapsodas muertos.
No hay quien remiende el caballete
que sustenta mis mejillas rupestres
y sin remisión me desestabilizo
hasta caer hecho engrudo en el piso.
Limitado por abstractos contornos
me aferro a la perspectiva de todos
aquellos frescos cuyo ímpetu inspiró
a los bosquejos del próximo renglón.