En el eco de mi propia voz me acuesto
y me levanto, después de haber sido presa,
ahora elevo mis manos, como en el ébano más alto,
en la proesa, de vivir el sueño aunque cueste todos los años.
Mientras escucho al mundo gritar, yo canto.
En la tierra aún fértil soy un nuevo yo,
porque ella me sonríe y yo le sonrío al son,
de estas danzas con furias y venas al sol.
Desgarrados los locos estamos girando,
mientras gira la tierra dirigiendo el acto.
Un mar de delirios me arropa al sueño nuevamente,
con amor y dulzura me besa la frente.
Soy un montón de colores, de repente,
atravesando los surcos como un pez
que emerge de la corriente,
Amalgama de voces en mi mente subsistente.
Emprenderé el vuelo junto a Girondo,
y no me pensaré sin sangre por Benedetti,
Abrazaré mi cuerpo por Eduh
y sus lecciones de amor propio.
Por toda la magia que me espera detrás de la puerta, no me encogeré de hombros.
Porque no quiero ser nunca más la presa,
porque acá arriba el cielo está más cerca.