Yo te miraba,
anonadado,
mientras tu cuerpo blanco y suave
yacía frente a mí, acostado.
Con el cutis sonrosado
y los párpados cerrados,
y un hálito de perfume en tu pelo,
y una gota de rocío en tus labios.
Yo ... ¡te miraba!
mientras el alba asomaba lentamente
y posaba en ti
sus rayos nacarados.
DERECHOS DE AUTOR PATRICIA PALLE