En estás horas de silencio y soledad que la noche despierta, mi mente logra elevarse más allá de las estrellas, hacia un mundo infinito de recuerdos.
Es como si un coro de voces susurrase sin cesar, y el camino caprichoso que alimenta mi destino se desviase por el sendero del desconcierto, una y otra vez; una y otra vez, al son del tic tac.
Y en el alféizar de la ventana, una bella paloma gorgotea inquieta, al ver asombrada como el rocío de la mañana cubre el cristal de la ventana.
Y me pregunto, porqué la noche me envuelve en un pensar tan extraño. Y la luna sonríe altiva, poderosa. Y yo, navego entre la locura y la cordura, o quizás una simple pluma,