JAVIER SOLIS

EL PÁJARO AZUL.CUENTO (TEMA SEMANAL DEL CUARTEL)

-Dios mío noooooooo - gritó aterrada Ítala. Cuando el vehículo donde viajaban  se desvió bruscamente del camino y en segundos fue cayendo al precipicio, como llevado al infinito vacío, donde el silencio se hace interminable y la oscuridad lo cubre todo. Durante esos segundos, Ítala pudo coger a su hijo y cubrirlo completamente con su cuerpo, su esposo Gerardo que viajaba junto a ella sólo pudo abrazar a su esposa e hijo, cubriéndolos como si fuera una coraza que los defendería de cualquier peligro. Con estruendo apagado por la profundidad del abismo el automóvil chocó sobre las rocas y todo quedó en silencio absoluto.

Nadie sabe cuánto tiempo duró el rescate y en medio de toda esa masa de sangre y muerte, parecía que nadie se había salvado pero al remover uno a uno los cadáveres se escucho un llanto y una mujer completamente enroscada tena en sus brazos a su hijo a quien había protegido con su cuerpo  Ella estaba muerta sus ojos demostraban desesperación y ternura como pidiendo a quien pudiera que cuiden a su hijo. Como implorando al divino redentor que salvara la vida de del hijo de sus entrañas

Gregorio el niño  había quedado huérfano,  tenía 3 años y nadie quiso hacerse cargo de él, una anciana se compadeció y la llevo consigo, vivía en una casucha de maderas y esteras, comía de la gracias de Dios pues pedía limosna

Como pudo  a veces con agua solamente alimentó y  crió a Gregorio y al cumplir los 5 años, la abuelita le dijo- debes ir a la escuela-, y con sus andrajos y sin calzados Gregorio fue al Jardín de Niños cercano a su choza, con un cuaderno y un lápiz usados que la abuela encontró por ahí.

Al llegar a la Escuela vio a muchos niños todos ellos con uniforme, zapatos relucientes y cogidos de las manos de sus padre o madres iban saltando llenos de alegría, Gregorio fue llevado junto a ellos y al entrar al salón el maestro le puso un banco de madera y un tablero para que se apoyara pues las carpetas eran bi personales pero nadie quería sentarse con Gregorio, lo miraban con recelo y no querían ni que les rozara.

Al recreo se sintió sólo, todos comían sus loncheras y el solo sacó un pancito seco de su bolsillo y engulló en absoluto silencio. El maestro preguntaba a todos menos a él, se reía con todos menos con él,  llegó la salida y al ir por la calle los demás niños empezaron a gritarle “loco”, “tonto”, zonzo” y mil epítetos más, él llego a la casucha llorando y la abuelita le dijo “los hombres no lloran” y el avergonzado no supo qué hacer.

Los demás días le llenaron de insultos los niños le tiraban piedras y lograron herirle y el niño llegó a casa bañado en sangre pues le habían reventado la cabeza. La abuelita ya no insistió ni el maestro reclamó por qué Gregorio dejó de asistir a la escuela.

Los días pasaron y durante muchos días Gregorio lloro y en su soledad se hizo amigo de los pájaros que libremente  buscaban alimento en el parque jugaba con ellos y cantaba como ellos. Un día llegaron nuevos vecinos del parque, nuevos niños y nuevas ofensas y pedradas por su indumentaria haraposa todos creían que estaba loco, las señoras decían a sus hijos no te acerques ese niño está loco y Gregorio fue expulsado del parque, ya no tenía donde jugar.  Se retiró a la puerta de su casucha pero ahí las avecillas estaban junto a él iba por las calles y las avecillas con él, empezaron a llamarle el “chico de los pájaros”. Un día la anciana murió, los vecinos por caridad la enterraron y Gregorio un niño de 5 años quedó a la intemperie no tenia donde cobijarse pues hasta del parque  había sido expulsado.

Gregorio caminaba por la calle buscando algo para comer y un muchacho alto lo agarró a golpes y lo dejo sin sentido en medio de la calle y cuando recobró el conocimiento vio que había una nube de pájaros junto a él y en medio de ellos un pájaro Azul, radiante, hermoso imponente, las demás aves parecían tenerle mucho respeto el pájaro azul se acercó a Gregorio y le dijo” tu no perteneces a éste mundo, tú no has nacido para permanecer aquí, te llevaremos a un mundo nuevo, donde sólo habrán canciones y manos abiertas para ti.” Y a una señal los demás pájaros cogieron a Gregorio de todas las partes de sus harapos y suavemente levantaron el vuelo  llevando a Gregorio como a un ángel que sonriente se fue elevando lentamente hasta perderse en el azul del cielo. Allá en  el  cielo infinito, donde sólo hay ángeles, donde sólo existe el amor ahí estará Gregorio el niño que no pertenecía a este mundo cruel.