La mañana
ya araña las ventanas,
los ojos de los gatos
han alumbrado
toda la madrugada.
Nuestras manos
han llovido caricias ,
subiendo y bajando
desde besos muy largos
hasta pausas muy cortas.
Hemos viajado
kilómetros más allá
de la dicha,
por espacios silenciosos,
imprimiéndoles,
el ruido del horizonte
que bulle en nosotros.
Un barco de papel
levó alas entre tu pelo,
y vino a aterrizar
sobre mi pecho,
trayendo mensajes
de tu aliento.
No hubo nubes
ésta noche que se marcha,
sólo mansa claridad,
ligera y tenue luz,
perfilando nuestras siluetas,
ya trapadas
en las raíces del tiempo.
Eduardo A. Bello Martínez
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