Las ilusiones, escondieron en un cajón oscuro lleno de polvo y sueños que el paso de la vida destrozó y el tiempo cubrió de melancolía.
No hubo palabras, solo silencio y un pequeño murmullo que el viento moderó. Porqué él camino era cruel y efímero a la vez; si solo anhelaba quietud y serenidad en el alma y el corazón.
Al atardecer, esperó mirando el horizonte y no halló respuestas. La soledad era su compañera, protagonista muda de esta historia inesperada.Su sacrificio no parecía tener fin y se preguntó si el poder divino se ensañó con ella., abrazándola con el perfume del silencio y la melancolía.
Fue extraño, incompleto, como si el infinito la absorbiera. Las palabras no lograron alcanzarla; lo intento, pero no pudo y llegó la añoranza y deseo perderse en el pensamiento y no regresar.
Asumió su derrota, el insomnio ganó la batalla y el reino del silencio reclamó su derecho y volvió la realidad olvidada y la tristeza del alma.
©Nuria de Espinosa