En la agonía de mis manos vacías,
donde la pluma se enfila y vierte la tinta,
se pulsa la rima de fértiles días,
la magia resurge de melancolías.
Y entonces la noche se adueña y se entrona,
se oye a lo lejos la vieja poesía,
los versos se agolpan pues quieren nacer,
se resiste mi alma, se niega a ceder,
devora el dolor la ilusión de mis sueños,
no hay más que escribir y no hay nada que hacer,
sólo el silencio se destila en mi vida,
navegan sin rumbo palabras vacías,
espejos de mi alma, reflejos sombríos,
se entregan las penas al viejo papel
y en rimas voraces se vuelca mi ser.
Andrés Romo
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