EL CAMINO DE REGRESO
Siempre veo verdes donde hay grises
un techo en el medio de un valle tormentoso
un cielo para seguir creyendo que nada muere
y una lápida sellada para no dejar salir al olvido.
Estoy hecho del barro de los campos
de un pedazo de monte que da sombra
de una solitaria sentada debajo del ombú
donde vi además de torcazas, mis sueños.
Leí en mis primeros años las aventuras de un marino
sentí con el, un paisaje que no había visto ni sentido
será por eso que mis oídos llevan el sonido del mar
y mi mano la pluma que inventa el volar de las gaviotas.
Y así como Robinson sobrevivió al silencio
porque alguien lo aguardaba en la otra orilla
yo guardo amor y dolor, esperanza y cansancio
para mostrarle a otros náufragos el camino de regreso.
Para que no se rindan porque siempre hay un madero
ni gasten todas las lágrimas en un solo cuenco
porque nunca se sabe que hay debajo de las pisadas
porque el tiempo está hecho de arena que no se cuenta.