Como estelas confundidas
como barcos níveos que se hunden
como racimos de violentas galaxias
que encallan
y virulentamente, atacan mi rostro.
Como acosados jinetes de dulzura impaciente
asediados por estrellas, como saltos de sangre
que derriban hombres completos y pechos ardientes.
Como fraguas en lo alto gesticulando su completo
desvío, o como maderas de hilos rotos y vencidos.
Todo en la mente siendo número perdido, desorientado,
luz de un último momento, oscuridad que recibe solitaria
mis manos.
Y como altivas malezas de espliegos incesantes
que golpea un mar en la arena suspendido.
Iré con el corazón roto
a verme en el espejo de los años prometidos.
Iré con las manos presas
a mirarme en la luz de los cometas divididos.
Iré por el sendero confuso y aturdido,
como marioneta de sangres rítmicas y convulsas.
©