Extrañarte no es motivo para nacer en el vacío
se va agotando el silencio en ese dejarlo todo
para expirar en el laberinto de nuestro ser
al recordar que éramos aún sin haber sido.
Nuestras pupilas de la mano de una lágrima
me recuerda esa despedida al paso de la mañana
sólo para oler la distancia en el mar de un parpadeo
y sentir que tal vez fuimos aún sin haber sido.
Aquel camino que sabe de nuestros besos
que saborea la viña en el abismo de nuestro amor
al rostro de la ventura que nos llama en la nostalgia
para decirnos que somos aún sin haber sido.