La dulce ingratitud que tanto amo
Yo no sé si te quiero cuando lloro,
si lo que fue se lo tragó la arena.
Rumio de soledad y siento pena,
cuando el amor a la razón imploro.
No es racional amar y lo deploro;
tampoco es racional esta condena
de amar a la pasión que me encadena
a confundir el cobre con el oro.
Eso lo sé, quizá también comprendo
en mi alma de eterno enamorado
la dulce ingratitud que tanto amo.
Y busco y busco en el camino andado,
aunque sepa que el alma va muriendo
cuando no me respondes si te llamo.