Estas noches me he puesto frente a mi corazón, lo he acorralado….
Sabes… lo descubrí leyendo tus últimas palabras, temblaba de miedo susurrando callado la más dolorosa de todas las batallas: tu ausencia. Que no es, sino otra forma de tenerte, de echarte de menos en donde tú pensaste estar de más. Suspirar delante de una fotografía tuya se ha transformado en mi enfermedad favorita. Lo que es peor, ninguna droga es capaz de anestesiarme el alma.
Supongo que es mi condena…
Ojalá existiera un manual que explicara con todo detalle cómo olvidar tu nombre después de habérmelo tatuado en los labios. Poco a poco, letra a letra.
No tendría ninguna prisa si supiera que el final de todo esto, existe también escrito entre estos versos. Pero las palabras que ahora escribo no obedecen ya a mis dedos, mis líneas ya no son rectas… ahora tornan a curvas. Cómo??? si he dejado de pertenecerme desde que te pertenezco, desde que te entregue mi alma. Mis ojos buscan tu mirada y mis manos siguen empeñadas en entrelazarse con las tuyas. MI alma con tu alma…
Cuánto siento tener que decirme... que así será imposible este intento de olvidarte.
Dime cómo lo has hecho tú para volver a levantarte?, porque yo sigo tumbado en mis paredes verdes, en la misma habitación donde veo llover el cielo, donde todos los días te recuerdo. Dime cómo le enseño a mis pulmones y que vuelvan a respirar oxígeno, si aún extrañan la fragancia de tu pelo. Dime como le digo al corazón que siga latiendo… Puede que suene a suicidio… pero creo, que, para olvidarte, tendría que olvidarme de mí primero. Olvidarme de todo, seguir soñando y ahí quedarme en ese sueño, donde tu seas la que está presente, como siempre estás en cada uno de ellos.
Ya las madrugadas cada vez son más largas y las horas de luz ya no existe con el paso de los días. Te he dicho aquí estaré siempre y esperarte nunca dejara de parecer eterno. Me pregunto ahora, sentado en el fondo de mí mismo, por qué siempre te pienso después de cada día.
Quizá inconscientemente te relaciono ya con todo lo que sabe a no estar y estar.
Fumaré de tu silencio entonces por si escapan las palabras, me intoxicaré si es necesario con el humo del mañana. Escucharé al caer la noche, una y otra vez, el desgarro que dejaste en mis costillas cuando tomaste la decisión de cortarlas con las yemas de tus dedos. No existirá clemencia, ni alas, para salir de este abismo. Ahí al menos, no sentirse del mismo modo el frío del invierno y podre cubrir desde el fondo todos tus miedos.
Si fuese suicidio… qué muerte más dulce sería morir en manos de un recuerdo.
Qué extraña sensación el no cerrar los ojos cuando mi corazón se destroza gramo a gramo. Qué sarcástico quedarme quieto mientras veo cómo se parte en un millón de pedazos diminutos. Quizás lo que tú no sabes, es que he aprendido a amarte con cada uno de ellos. Hoy ya los cuento por millones, y que lejos de temer el corte de una afilada lanza, esperan impacientes cada nuevo rechazo de tu espada. Dicen… que tienen un magnifico plan, que todos los pedazos se han puesto de acuerdo en dejarse destrozar por dentro y por fuera. Creo que piensan que así, se podrán colar de nuevo por alguno de tus recuerdos.