Otra vez el viento en los tejados.
He cambiado las letras
como una ciega
que se ofrece.
He de saberte
por la palma de la mano
sea quien seas espero.
He renegado mi pereza
cuando construyo
la temible pausa
de no tener isla.
La ciudad espléndida
el amanecer otra vez
el viento en los tejados
todo fue falso
una marejada de luz
en la cazuela de sobras,
amenaza con desdecir.
A esta edad poner la ficha
puede ser fatal
un desconocido afiebrado
de autobiografías
hará del malentendido
su fortuna.
¿Qué amante nombrar,
a quién citarán,
a quién evitarán que olvide?
Ambiciosos observan
con cautela lo que escribo,
en busca de jarras de vino,
de doradas salchichas
que atoran multitudes.
La mano posterga el golpe
sobre un teclado barato
de un plástico carcomido
que desconoce el pulso,
el escrito de cortesía.
La comparsa se arrastra
por la ilusoria plaza de
mis antiguos combates.
Diente a diente el hombre
se aproxima al fastidio,
la vejez parece larga,
larga la mañana
ansia el viernes,
el jueves amatorio,
el cuerpo estrujado
bajo una selecta conmoción
de caballos,
y yo la hormiga,
la que no habla por muerto,
en mi dicha rompo apuntes,
entre hoja y hoja
sahumerios verdes,
bellotas podridas
de voluptuoso rojo
donde coloco al gusano
que descompone
la boca.
del Breviario de margaritas,
Editions Hoy no he visto el paraíso, 2013