Dar mi corazón a los lobos
Y dejar que desgarren mis carnes
Y gozar el dolor y el placer
De Ser
De estar vivo.
En este mundo plural
No hay ficción ni realidad
Ni Poesías ni ciencias
Ni sabios o ignorantes
Sólo una suma insumable
De operaciones personales
e intransmisibles.
Hay un abismo insondable entre el lenguaje y la realidad.
Los adjetivos y los verbos,
Trepan y se pegan como el musgo a las substancias,
A las formas,
A las cosas que a la larga, son el mundo,
Pero todo se nos escapa por los poros de la inteligencia,
Como arena innumerable
En un desierto imaginario.
Nada queda y nada pasa
Todo duerme eterno en el tejido espaciotemporal
Pero el sucesivo rio de espejos
Es real y firme y como el poema
Corre raudo por los laberintos del aire y del tiempo.
¿Qué hay debajo
Del mantel de los sentidos y las razones?
¡Quienes somos, quién soy!
Ciencias, filosofías, religiones
Y siglos, y siglos, adornan los muros de las bibliotecas
Como murallas de hechos y lógicas
Unidas magistralmente para explicar
Lo que no logran,
Lo simple y lo complejo.
Un ojo, la sal, la madera
Geometrías y flores
Cruces y espinas...
Y ahí sentado en una vereda,
El individuo
Distraído en su misión de distraerse
Entre los libros y los autos
La familia, la religión y el fútbol
El trabajo y los hastíos
Sumergido en su rutina
Como un juego que comienza y termina
Cada día
Temores y amores, felicidades y tristezas
Y, al final, sus
Dos fechas, el mármol, la flor, la madera, la cruz y el misterio.
Ese mamífero de sangre tibia
De sangre cierta
Con su cuerpo y su alma.
Su exterior e interior
Que son formas de un único mar negro y profundo
Inconmensurable, mayor que el universo que nos enseñan los astrónomos…
Y ciencia, y filosofía, y religiones y de nuevo ciencia,
Literatura, todo es literatura y ficción
Nada nuevo y todo nuevo
Quimeras de una desesperación.
Siempre la realidad supera la literatura
Porque la literatura es imaginada por hombres
Y la realidad (sea lo que sea) es imaginada por dioses.