Aquella suave melodía invadió el salón.
La luz tenue daba un toque mágico.
Un dulce aroma fluctuaba en el ambiente, pan recién hecho, café tostado. El perfume del hogar.
Sentado estaba en mi rincón favorito, una taza de té humeante acompañaba mi intimidad.
Cada sorbo entibiaba mi garganta, avivando sentimientos.
Me gusta embelesarme en mis recuerdos, mientras los plasmo en escrituras.
Lenta cae la tarde, se extiende el velo de la penumbra dando paso a la hermosa luna.
Tímida la soledad besa mi frente y se acuna en lo profundo de mi mente.
Puedo escuchar el pasar de las horas o el gotear del tiempo.
El susurrar de las olas o el seco arrastrar de las hojas.
El vuelo del diente de león o el triste suspirar del bandoneón.
Cierro los ojos mientras entro en mi misterio.
Desgrano una plegaria que resume lo que siento.
Escucho el ulular del viento que se cuela por mi ventana, fuerte brisa temprana que me trae tu presencia, tu sentir, tu excepcional esencia.
Fluir, solo fluir, dejando entre letras mi efímero, etéreo vivir.