Hermosa Selene, mi blanca luna,
suave por las noches tu esplendor brilla,
y en la serena noche, en la laguna
se retrata, coqueta, en tu mejilla.
Tierno tu mirar, celestial anhelo,
yo miro en ti al venerado mundo
forma el cristal plateado del cielo,
do giran miles de astros por segundo.
A tu paso brillan todas las flores
y su fragancia la reparte el viento;
y yo esperando de mí te enamores
y me regales de ti un pensamiento.
Por eso tú, blanca luna, aprehendes
con tu tenue luz a tu amado amante,
que pretende de ti por siempre guardes
a tu eterno marino navegante.