Hay una voz que me llama
diciendome... ámame.
Hay una sombra que me sigue
susurrando... bésame.
Hay una suavidad que me
insinúa calladamente... acaríciame.
Hay una mujer sin rostro que
me mira... rompiendo el silencio.
Hay un amor que me quema por
dentro y me corroe los huesos.
Hay una sed de agua, savia
y cuerpo que no tiene frenos.